miércoles, 19 de marzo de 2014

Palabras al viento.

Más allá de lo que pienso y creo saber ¿que hay?

Estoy tan seguro de lo que hay en mi mente que a veces la realidad se vuelve una desquiciante fantasía.

¿Que grita mi silencio? ¿Hay siquiera algún tipo de silencio en mi? Lo único que escucho son ensordecedoras voces, que en ocasiones ni siquiera se tienen que molestar en alzar su voz para llamar mi atención porque, sin importar que, siempre las tengo presente. No tengo un uso sensato de la razón, no tengo razón alguna, carezco por completo de eso.

Aquellas voces siempre han estado y nunca dejarán de estar, son como la luna, se esconde al salir el sol y cuando este se cansa de su jornada diaria, le da paso a la oscuridad, una densa e inescrutable oscuridad, y ahí está la luna, brillando eternamente llamando la atención de todo ser vivo que se cruce por su camino... Así son mis voces, no se tienen que esforzar por llamar mi atención, con que estén ahí ya la tienen.

No es una metáfora precisa, pero es lo más similar que tengo ahora en mente.

Dudas, dudas y más dudas. Las tengo acerca de todo, aún cuando no quiera aparecen, provocadas por aquellas voces y sin previo aviso ni invitación, a volver mi mente un completo caos, más de lo que ya estaba. No quiero esas dudas, no quiero esas voces, no quiero el dolor que me ocasionan ambas cosas, no...

¿Sabría vivir sin esas voces?
No.

Estoy tan acostumbrado a ello, me adapte tan bien a aquel dolor, aquella agonía, aquellos pensamientos que no hacen otra cosa que destruirme... Estoy tan acostumbrado a todo eso que de no tenerlos en mi no sabría ni siquiera como respirar. Estaría inválido. Inmóvil. Sin saber que hacer; así que no, de tener la oportunidad de deshacerme de ellas no la tomaría.

¿Verdad que no?
Jamás.

No me importa tenerlas, no me importa nada en mi, ni nunca me importará.

Nunca.

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