miércoles, 26 de diciembre de 2012

She.

- La verdad amada mía, es que aun te amo como no había amado a un ser humano en toda mi eternidad. Y es que en realidad no ame a nadie mas hasta que llegaste tu. Llegaste con esa mirada que enamora mas allá de lo que cualquier hombre puede soportar, llegaste con esa sonrisa que derrite a cualquier sentimiento congelado y reanima a uno que alguna vez habito en la soledad; Llegaste tu con esa singular y encantadora manera de caminar, con esa exquisita esencia que encantaba a todo lo que te llegara a rodear, simplemente llegaste y me atrapaste entre esos carnosos y exquisitos labios que después de tanto tiempo,  me resultan tan imposibles de olvidar.

- Esa noche en la que decidí vagar de nuevo entre mortales que no le encuentran sentido a su vida, esa noche cuando pise ese humilde y sofisticado café estabas tu, tan casual como si te dedicaras a enamorar,tan única como la esencia de una lagrima perdida entre el olvido, estabas ahí, sentada entre mortales, sonriendo para convivir cuando en realidad te hubiese encantado arrancarles la cabeza a cada uno de ellos, lenta y dolorosamente.

- Esa noche cuando vi por primera vez la mirada de una inmortal en el cuerpo de una mortal, que tu alma era casi tan vieja como la mía y se encontraba encerrada en un cuerpo tan hermoso como peligroso, tan joven, frágil y ajeno a lo que alguna vez pudo ser, un cuerpo tan ajeno a la inmortalidad, a mis besos, a mis caricias, tan ajeno a lo común, un cuerpo hermoso para un alma gloriosa.

 Pasaba el tiempo y seguíamos en lo mismo, yo completamente solo en una pequeña mesa, sin quitarte la mirada de encima. Tu rodeada de ellos, aparentando prestarles atención mientras me devolvías cada mirada. 

- Entonces, después de un rato, me miraste de la misma manera que yo a ti, no me miraste a mi, sino al alma encerrada en un cuerpo inmortal, tan solo a primera vista descubriste mi mas doloroso secreto, descubriste la inmortalidad que reflejaba mi mirada.

- Te acercaste, si decir nada te sentaste frente a mi, con la gracia de una diosa inexistente solo a mirarme, sin decir ni una sola palabra, solo leyendo la larga e interminable eternidad que ocultaba mi mirada, mientras yo admiraba la antigüedad de la tuya.

- Esa mirada, tan ajena a esta época y con mas siglos encima de los que ese cuerpo pudiera soportar, habitando en mil vidas y en ninguna a la vez, esa que poseía tu cuerpo, demasiado hermoso para ser mortal. Por un momento me distraje, deje de admirar tu mirada y mi atención se concentro en cada rincón de tu cuerpo,en tus manos, tus brazos, tus hombros, tu cuello, esos carnosos labios que no dejaban de llamarme, todo tu cuerpo tan único y hermoso como la esencia de la luna mas brillante.

- Sin percatarme en que momento,el café quedo completamente vació, solo estábamos tu y yo, aun sin  articular ni una palabra, simplemente leyendo la vida que habíamos pasado en nuestras miradas, las muertes que hemos presenciado, las perdidas, los dolores, las alegrías, contando todas y cada una de las lagrimas que por nuestras mejillas se llegaron a deslizar, leyendo cuanto tiempo nos habíamos hecho esperar antes de encontrarnos de esta manera tan casual, tan común que por un leve momento me pareció intangible.

- Y de la misma manera que comenzó todo te marchaste, dispuesta a encontrarme otra vez, quizás en otra vida, cuando la belleza de tu alma habite otro increíblemente seductor cuerpo humano.



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