La verdad es que recuerdo vagamente ese
momento, ese primer beso… Odio que los recuerdos se vayan con el paso del
tiempo, pero en mi caso ese “tiempo” suele ser mucho más corto que el de los
demás. El psiquiatra que solía visitar hacer años había dicho que lo que tenía
podía resultar ser un tipo de mecanismo de defensa que creo mi mente luego de
aquel accidente (del cual no tengo ningún recuerdo en mí pero, al pensar en
ello todos los músculos de mi cuerpo se tensan y me paralizan con una
intensidad indescriptible) antes de que desapareciera sin dejar rastro… el tipo
parecía estar más loco que todos sus pacientes juntos, me caía realmente bien,
apartando el hecho de que me obligaba a tomar pastillas tranquilizantes para
evitar los “ataques de ansiedad oprimida” que tengo al recordar la nada, esa
laguna que hay en mi mente… ¿Qué estaba diciendo? ¡Ah! Claro, aquel beso
–suspira- no recuerdo casi nada de eso porque el rostro que portaba esos
exquisitos labios simplemente desapareció de mi mente junto con todo lo que
sentí o pensé al besarla… ¿Cuánto tiempo iba a pasar hasta que regresaran esos
recuerdos a mi mente? ¿Qué había pasado después de besarla tan atrevidamente?
Mis mejillas no me duelen así que no he recibido ninguna bofetada; al despertar
mi mente no pasa de querer borrar todo aquello que yace recientemente en mi
memoria, y lo logra, solo que el efecto no es permanente pero… al pasar los días,
últimamente se ha…
— ¡Hey, Danny! ¿Ya despertaste? SI NO, VOY A SUBIR A CUBRIRTE
CON AGUA ¿EH?
La irritada voz llegaba desde el balcón, pero
sonaba lejana, me dirigí para ver quién era, aun me sentía un poco aturdido y tenía
un sabor metálico en la garganta… no lograba recordar absolutamente nada, ¿Cuánto
más iba a tardar? Al verme, al principio aquel hombre frunció el ceño pero cuando vio mi confusión
su expresión paso a ser más… piadosa.
— ¡Subiré, está
pendiente de la puerta!
Luego, antes de encaminarse a la entrada del pequeño
edificio, me pareció que murmuraba “Me has olvidado de nuevo ¿eh?”, resulto un
gesto sumamente triste. En un instante estaba llamando en la puerta, no sé
porque razón abrí sin conocerlo, pero su presencia me inspiraba mucha
confianza.
—
Esto… Hola, ¿Cómo
se encuentra tu mente hoy?
—
¿Mi mente?...
muy confundida y relativamente vacía ¿Quién eres?
—
Idiota, me
molesta que olvides al tipo que te ha salvado el trasero tantas veces.
—
Lo siento…
pero de verdad no logro recordar nada sobre ti.
—
¿Cuál es el último
recuerdo que tienes?
Hasta ese momento no me había puesto a ver
dentro de mi mente buscando un recuerdo estable, solo se repetía aquella borrosa imagen, besando a un rostro irreconocible.
—
Estoy
saliendo de un hospital, de noche… algo mareado.
—
Eso fue ya
hace ocho años, aun no nos conocíamos así que… por los momentos, me llamo
Alexander y es un placer volver a conocerte idiota. Ah ¡mira la hora! comprendo que lo
hayas olvidado casi todo pero, no podemos perder más tiempo tenemos que ir a
trabajar así que anda y vístete, en el transcurso del día recordaras todo de
nuevo, como siempre…
Su voz se apagó en la última palabra, como si
ocultara mil secretos tras ella. ¿Qué podía saber aquel hombre sobre lo que me
pasaba? ¿Cómo sabia tanto de mí? No me preocupe mucho en el asunto… de antemano
sabía que todo vendría a mi mente de un momento a otro, pero no podía dejar de
pensar en aquel beso… no podía dejar de preguntarme quien era esa persona.
Al salir de la editorial, en la tarde, Alexander me explico todo lo que había dicho aquella
irritante y obstinada persona que nos gritaba dándonos órdenes, como si fuéramos
esclavos. Pregunto acerca de mi memoria, le dije que aun nada estaba claro pero
poco a poco recordaba los ratos infernales que pasaba en esa editorial junto a él
que, de una manera extraña, me resultaban sumamente graciosos.
—
Ese tipo le
falta que le den en la cama, se nota que al pobre lo rechazan cada diez minutos
y no las culpo, el tipo es un ogro color carne.
Me despedí de él y entre a mi apartamento,
dijo que no saliera hasta que recordara lo suficiente para salir y no perderme
en el intento de ir por pan o alguna estupidez como aquella. Me fui a la cama a
eso de las 10 de la noche, leyendo “Orgullo y Prejuicio” para conciliar el sueño.
En una hora ya estaba inconsciente… en mis sueños no dejaba de repetirse un
nombre… “Violet, Violet, Violet, Violet…” un susurro incesable me rodeaba y la
verdad, no me quejaba... amaba ese nombre.
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